viernes, 18 de enero de 2013

COSAS QUE PASAN...

Sonia es una mujer hermosa, frontal y de pensamiento rápido, pero con varias rarezas. Odia los lunes. Detesta, también, los devenires ilógicos de la vida cotidiana. Acompañada de un grupo de amigos bastante peculiar, atraviesa la semana que dura esta novela. Los días se suceden entre las obligaciones de su nuevo empleo, los nervios de su madre, los cafés en Aloha (su lugar público en el mundo) y múltiples charlas nihilistas. Aloha, y los departamentos en los cuales viven son el escenario de encuentros bizarros entre Fabián, el malhumorado encargado del bar, Richie, el camarero torturado por las aventuras ciber-sexuales de su adolescente hija, Federico, el vecino cleptómano, Juan, un pibe de costumbres poco comunes, con una marcada tendencia a disfrazarse de superhéroe para salir a la calle, y un hombre que aparece de repente en cualquier lado y solo dice “Ju jú”. Todo fluye “normalmente” hasta que, súbitamente, alguien ¿algo? cambia todo: aparece Roberto, el fantasma. A partir de ese momento, todo se complica, para bien y para mal… especialmente para Juan, el mejor amigo de Sonia, quien está enamorado de ella e intenta emplear varias maneras de exorcizar, o exorcizarle, al fantasma. .......................................................................................................................... “Cosas que pasan” es una historia de amor y de suspenso que desborda contemporaneidad. Repleta de profundos razonamientos sobre lo que realmente vale la pena, los amigos, el amor, los grandes momentos e, inclusive, los ratos más insignificantes, la obra nos muestra un universo de personajes dignos de Will Ferrell, un tanto woodyallenescos, describiendo con perspicacia y con bastante crudeza la fisonomía de las neurosis femeninas. Todo esto con una estética muy ligada al universo del stand-up. Delirante, hilarante, protagonizada por rarísimos individuos que bien podrían emular a los protagonistas de la muy vigente Big Bang Theory, personajes que viven pendientes de las actualizaciones de sus redes sociales y que dependen, de manera casi vital, de las nuevas tecnologías, la historia nos pasea por lugares cotidianos, repletos de puzles sobrenaturales, romances bien siglo XXI y el “nuevo idioma 2.0” que hoy domina al mundo. Hernán D´Ambrosio se hipertextualiza en esta novela con los grandes genios de la literatura y del cine. Ideal para leer en el bondi, en un bar, o hasta en el baño. Ágil e imperdible.
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jueves, 17 de enero de 2013

La Chanson de Roland

Esta semana me leí Loser, de Robertita. Me hizo mal, les confieso. Robertita se conecta un día al msn y turú, le aparece un tal Rolando, un pibe re copado que escribió un libro de la concha de la lora, que toca en una banda (eso siempre les da puntos), que la tiene re clara, y ambos empiezan a chatear todas las noches. Una noche que salen él le da un beso. Al día siguiente le empieza a hablar de la ex novia. A partir de ahí, el pibe es pura neurosis, mucho tira y afloje, me importás, no me importás, sos copada, sos grosa, pero no me vas, pero capaz me vas, pero no sé, no sé, no sé, no sé qué me pasa, no sé qué quiero, no sé Robertita, dejame en paz, me quemás la gorra… Y ella, la protagonista, se desespera ante el rechazo, se siente fea, se juzga y mal, va a terapia mil veces, se conflictua sin parar, y pierde horas y meses flotando en ese universo de desesperación. Loser me generó muchas ganas de quedarme for ever and ever con mi chico, de no volver nunca más a esos tiempos de amores auto-fabulados, platónicos, inventados para matar la soledad y los vacíos de un entorno lleno de hombres que no me llenaban ni un poco. Loser es como la bandera de mis tiempos de soltera, de las malas cogidas, de esos polvos porque sí, que te hacen sentir que vivís al pedo, que no te llenan, de esa desesperación por conseguir a la pareja perfecta, al utópico amor de tu vida, a tu príncipe azul (que un par de meses después ya no es príncipe, y ni el azul le queda), de reencontrarse con tus ex y sus novias vigentes que te miran mal, esos ex que te bardean sólo porque a la novia no le cabés y son unos boludos pollerudos que le huyen al enfrentamiento, de estar rodeada y acosada por pibes pelotudos que no tienen nada interesante que decir, o nada que nos interese escuchar. Y de repente pumba, en medio de ese desierto de hombres que valgan la pena, se nos aparece ÉL, el tipo que la tiene clara, que es carismático, que es perfecto, pero que, casualmente, nunca es TU hombre…el que te puede histeriquear, volver loca durante meses, confundirte, pero, como te tiene al pie (pie generado por la desesperación de encontrarlo), ya no te quiere, porque no le das la oportunidad de cazar, “ya sos suya desde el hola (you complete me)”, y los hombres necesitan la caza, para poder sentirse bien porongas. Y encima, típico, vos te empezás a poner nerviosa y le mostrás todo el tiempo lo peor de vos, no te sale nada bien, se nos muere la seducción, nos ponemos verborrágicas, nos ponemos en machitos, en amigo, a la defensiva, en pose, nos sentimos inseguras porque la pelota no está en nuestra cancha y somos un desastreeeeeeee!!! Ay Robertita…en esa fiesta, la de Joan Baez (estúpidas Joan Baez del mundo), me sentí con vos, te bancaba a muerte, quién no estuvo alguna vez ahí, al final de cuentas? Me da un poco de miedo volver a esos tiempos de sufrimiento ficticio, auto-generado para llenar vacíos pelotudos, pero reconozco que me estallé a carcajadas en varios bares, café con medialunas de por medio, gracias a tus salidas stand-uperas, y que me vi súper reflejada en tu desesperación. Fue como leerme a mí misma en un pasado. Fue como un diario íntimo que, definitivamente, me niego a retomar. Sos grosa.
Por mi parte, yo, por suerte, de alguna manera extrañísima y retorcida del destino me quedé con MI Rolando, y todavía lo tengo conmigo. Y todavía lo amo. (Pero) P.D.: casados o solteros, siguen siendo neuróticos e indescifrables, les aviso. Nos robaron hasta ese patrimonio.

lunes, 14 de enero de 2013

De cómo llegué adónde estoy hoy...chapter one


Del 2007 al 2011 fui estudiante de la carrera de Licenciatura en Letras.
Durante mi segundo año de la universidad un profesor, de esos re copados que tienen mucha polenta y creen que pueden cambiar al mundo, nos propone que armemos (entre todos los alumnos) una revista de prosa y poemas que nos represente y blablabla.
Ahí fue donde conocí a mi chico.
Lo vi, desde la otra punta de la mesa del café bizarrísimo que habíamos elegido como lugar de encuentro, reeeee gato él, hablando y gesticulando, en remera rara, bermudas y zapatillitas de lona, demostrándonos a todos que él sabía más, que él estaba lookeado, que él era UN PIBE DE LETRAS, porque Letras no es una carrera, es una forma de vida, me explicó más tarde.
Me enamoré, lo amé, usaba palabritas re cool a propósito, despeinado, verborrágico, dominante de la conversación y de la organización de la revis…
Of course, yo, desde la otra punta de la mesa de veinte, desplegué mis encantos, hablando más fuerte que él, proponiendo, demostrando que YO TAMBIÉN ERA UNA CHICA DE LETRAS y que la tenía reeeeeeeeeeee clara, y que era re sociable, y que no podía perderse de develar el misterio de conocerme.
Fin de la reunión, múltiples propuestas, oferta mía (voluntaria L ) de rejuntar los textos de todos los alumnos sólo como excusa para poder volver a verlo.
Para qué, si el pibe ya ese mismo día me tira un para dónde vas, chan, voy para allá, ah mirá, yo también, dale vamos…
Caminamos juntos, solos, hasta la estación de trenes. Yo lo escuchaba, él hablaba (pocas veces pasa eso en mi vida). Me contaba que tenía una fiesta de disfraces en no sé qué pueblo desconocido pasando Moreno, en el cuál vivían su familia, amigos y novias varias, blabla.
Me entero de que tiene varios (VARIOS) añitos menos que yo.
Lo descarto mentalmente. Mi novio en ese mismo momento me llevaba diez años a mí…completamente ilógico pasar de salir con un HOMBRE  a noviar con un niño.
Nos saludamos.
Lo cruzo días más tarde en el ascensor de la facu, hablando con mi profe de Literatura Italiana. Charlamos de la revista. Le digo que me alcance los textos.
Me los trae.
Los leo en el bar de la facu junto con una compañera.
El pibe escribía de la concha de la lora.
Me enamoré de nuevo.
Fuuuuuuuuuuuuck.



(Se cae de maduro que continuará)...